CRISIS SANITARIA VS DERECHOS HUMANOS EN BOLIVIA
Por Comunicación Social publicado 2020-06-15

POR: LYDIA ALEJANDRA GUTIÉRREZ MARCA
Boliviana. Licenciada en Derecho, Ciencias Políticas y Sociales graduada con excelencia. Egresada de la carrera de Sociología, ambas cursadas en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Directora Departamental de la organización juvenil Red Mundial de Jóvenes Políticos. Activista por los derechos de las mujeres. Miembro activo de Hermandad Latinoamericana.
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En Bolivia después de los acontecimientos de octubre de 2019 se ha logrado evidenciar el atentado contra la democracia tras el fraude electoral de dicha fecha, dicho acto logro movilizar al pueblo con el único objetivo de defender la democracia, logrando así la renuncia de Evo Morales, que buscó asilo político en México y actualmente en Argentina. Tras su renuncia, la sucesión constitucional legal (pero no totalmente legitima) le correspondió a Jeanine Añez, vice-presidenta de la Cámara de Senadores. Según, la C.P.E. la función de esta sucesión seria convocar a elecciones como lo indica el artículo 169, I; pero por la coyuntura ahora le tocó asumir la lucha contra la pandemia.
Desde la llegada del COVID-19 a América Latina, los países han asumido políticas públicas para prevenir su expansión y la saturación de hospitales. La medida más popular aplicada por la mayoría de los países latinoamericanos ha sido la ejecución de toques de queda o estados de excepción, disfrazadas con distintos nombres, pero que en esencia resultan lo mismo. Analizando la coyuntura latinoamericana surge la pregunta obvia ¿la pandemia del coronavirus requería necesariamente optar por la declaración del estado de sitio o solo sirve como medida para debilitar modelos de izquierda o derecha en países donde la crisis social es una bomba de tiempo que está en constante tensión?
En Bolivia desde que se confirmó el primer caso de coronavirus se optó a nivel nacional, departamental y municipal entrar en una cuarenta parcial para evitar la propagación que empezó desde el jueves 12 de marzo y que se convirtió en una cuarenta total a partir del domingo 15 de marzo con sanciones de 500 bs., arresto por 8 horas y la prohibición de circulación tanto de personas como de vehículos públicos y privados. Ante más casos confirmados la presidenta transitoria Jeanine Añez, declaró ESTADO DE EMERGENCIA hasta el 15 de abril de 2020, tal como indica la siguiente nota del periódico Correo del Sur:
“Nos vemos en la necesidad de endurecer las medidas. Seremos firmes en hacer cumplir la cuarentena”, fundamentó la mandataria, rodeada por su gabinete de ministros y en transmisión por Bolivia TV, desde Palacio Quemado.
Desde mañana, en el marco de las nuevas restricciones impuestas, se prohíbe la circulación total de vehículos públicos y privados, con la excepción de ambulancias y de fuerzas de seguridad.
Además, se decreta el cierre total de todas las fronteras, `nadie entra y nadie sale` de territorio nacional, salvo por motivos de salud y seguridad, remarcó Añez, al concluir una prolongada sesión del gabinete ministerial.”[1]
Todo esto más las sanciones correspondientes regulados por el Decreto Supremo Nº 4200, promulgado por la presidente transitoria. La figura de “estado de emergencia” no existe en la Constitución de Bolivia como sucede por ejemplo en Chile que limita la circulación y la libertad de reunión.
Es menester dejar claros 3 conceptos de salud y psicología que se han usado durante todo este tiempo para luego pasar a explicar lo que implica el estado de excepción o de sitio para nuestros derechos fundamentales.
¿Aislamiento? El aislamiento es una estrategia que se utiliza en casos de enfermedades altamente contagiosas para separar a las personas que han enfermado de aquellas que están saludables. Las personas aisladas pueden recibir cuidados en el hogar u hospitales. (Michigan Prepares, 2013)
¿Cuarentena? La cuarentena es una estrategia de salud pública también aplicada en caso de enfermedades de alto contagio para separar y restringir el movimiento de personas que se cree han podido ser expuestas a una enfermedad, pero que no tienen síntomas por lo que pueden o no estar contagiadas. (Michigan Prepares, 2013)[2]
¿Aislamiento social? El aislamiento social es una figura de la psicología que obliga a una persona a alejarse totalmente de manera involuntaria de la sociedad.
Evidentemente, todas estas medidas han sido aplicadas en nuestro contexto ante la amenaza del coronavirus, y actualmente vivimos un estado de sitio (aunque la presidenta lo haya denominado como estado de emergencia sanitaria) que se está regulado por la Constitución Política del Estado en su artículo 37 y siguientes, que indica lo siguiente:
En caso de peligro para la seguridad del Estado, amenaza externa, conmoción interna o desastre natural, la Presidenta o el Presidente del Estado, tendrá la potestad de declarar el estado de excepción, en todo o en la parte del territorio donde fuera necesario. La declaración del estado de excepción no podrá en ningún caso suspender las garantías de los derechos, ni los derechos fundamentales, el derecho al debido proceso, el derecho a la información, y los derechos de las personas privadas de libertad.[3]
Entonces vamos a definir al estado de sitio como “una situación jurídico – política de excepción en la que el gobierno impone restricciones a los derechos fundamentales para mantener el orden púbico…” (Dermizaky, 2015:600). También en su libro nos indica que lo siguiente: “durante ese Régimen de Excepción el gobierno puede restringir o suspender el ejercicio de algunos derechos, los derechos restringidos pueden ser los relativos a la libertad y seguridad personales, la inviolabilidad de domicilio y la libertad de reunión y de tránsito.” (Dermizaky, 2015: 608)[4].
Entonces en Bolivia como en los otros países de Latinoamérica nos encontramos ante el régimen de excepción controlado por militares y policías, pero bajo un argumento de salubridad por la conmoción interna del país, pero que en lo jurídico es nomás un estado de sitio. En varios de los países de Latinoamérica como es por ejemplo de Chile y Bolivia este estado de excepción mata dos pájaros de un tiro, pues no solo frena la expansión del coronavirus sino también frena las distintas crisis sociales que se han estado viviendo de manera agresiva y que iban en aumento.
Entonces para concluir, podemos indicar que si bien los países latinoamericanos han cerrado fronteras y declarado estado de sito o excepción para frenar la propagación del coronavirus estos han tenido también una finalidad político social por la coyuntura que vivan por la crisis de estado que han mantenido los últimos meses.
En Bolivia para frenar el descontento de los movimientos sociales que aun apoyan al ex presidente Evo Morales que renunció en noviembre el año pasado y se encuentra asilado en Argentina estaban causando desestabilidad al actual gobierno de Jeanine Añez, que de hecho ya se encontraba frenado por los 2/3 que aun mantiene en la Asamblea Legislativa el partido político MAS-IPSP. También responde a medidas electorales populistas que intentan politizar esta pandemia a su favor para las futura elecciones 2020.
Entonces en Bolivia podríamos decir que el estado de sitio y el coronavirus tienen eminentemente un tinte político (como en varios países latinoamericanos, con el fin de pacificar a sus ciudadanos), electoralista con tintes económicos keynesianos que podrían ganar votos para Añez, pero dejar a Bolivia social y económicamente muy devastada a nivel mundial en su economía y por la ya extensa discriminación entre oriente y occidente sobre todo contra la ciudad del Alto en el tema social. Esta situación aprovechada por los actuales miembros del gobierno ante la vulnerabilidad de los ciudadanos en tema de salubridad y claro bajo el corto conocimiento del tema jurídico de lo que comprende un estado de sitio vulnerando derechos a la libertad y al trabajo.
Con la vulneración de estos derechos llegarían a atentar contra otros derechos fundamentales que son protegidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos pues, la protección de estos derechos debe ser INDIVISIBLE para el Estado boliviano, refiriéndome a la imposibilidad de la jerarquización de los mismos como se hace ahora indicando lo siguiente: “primero el derecho a la salud sobre el derecho la libertad o al trabajo”, dejando de lado el contexto social y económico de la población boliviana frente al porcentaje de personas que tienen una economía informal.
Además, que al atentar contra estos dos derechos se ataca una característica más de los derechos humanos el de INTEGRALIDAD, pues al negar a las personas la circulación y el trabajo, les negamos el derecho a una vida digna y en las mejores condiciones, derecho al alimento, que son derechos fundamentales en nuestra Constitución, evidenciando así que todo Estado de sitio o como lo denominó el gobierno ahora ESTADO DE EMERGENCIA SANITARIA, es una vulneración directa a los derechos humanos de los ciudadanos de todos los países de América Latina.
[1] CORREO DEL SUR. Jeanine Añez declara estado de emergencia en el país. 25-03-2020. Accesado el 04 de abril de 2020. Disponible en: https://correodelsur.com/sociedad/20200325_jeanine-anez-declara-estado-de-emergencia-en-el-pais.html
[2] MICHIGAN DEPARTAMENT COMMUNITY HEALTH. (2013). “Aislamiento y cuarentena”. Accesado el 04 de abril de 2020. Disponible en: https://www.michigan.gov/documents/michiganprepares2/Isolation_and_Quarantine_Facts_-_Spanish_428157_7.pdf
[3] Constitución Política Del Estado Plurinacional de Bolivia (2009).
[4] Dermizaky, P. (2015). Derecho Constitucional. Bolivia: Kipus.
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EDITORIAL | TOMO 10
PorALEXANDRA DANIELA CID GONZÁLEZ publicado 2020-09-04 En
Recordar el mundo hasta antes de marzo de este año resulta extraño. De entonces a la fecha, las dudas remplazaron a las certezas y la creatividad se convirtió en una habilidad de supervivencia. La forma de relacionarnos con los demás, incluida nuestra propia familia cambió, nos adaptamos a demostrar afecto a través de la distancia, a trabajar en horarios y espacios compartidos, a encontrar nuevas formas de llevar sustento a casa.
México ha demostrado ser una sociedad resiliente. En medio de una de las épocas más dificiles en los últimos tiempos, que ha dejado a más de cincuenta mil familias de luto tan solo en los últimos meses, en una crisis que no solo es en materia de salud, sino económica y de seguridad, es posible ver ejemplos de personas trabajando por adaptarse al cambio y ayudar, en lo posible, a los demás.
Sin embargo, toda realidad tiene contrastes. Si bien el personal de salud, literalmente, está entregando la vida para luchar contra el virus que ha provocado la contingencia sanitaria, el sistema de salud tiene carencias no solo propias de vivir en una era de pandemia, sino que presenta carestías derivadas de políticas públicas sustentadas en un falso concepto de austeridad. Silvano Vitar explica las premisas sobre las que se fundamentan las políticas de austeridad y por qué y cómo estas al final, matan.
Dante Carrerón por su parte analiza las consecuencias que ha traido la extinción del seguro popular y la creación del INSABI y cómo esto ha influido en la difícil situación del sistema de salud en México.
En el mismo sentido, Pablo López de la Fundación Nariz Roja narra las decisiones que se tomaron para que al día de hoy, niños y niñas con cáncer sigan sufriendo de la falta de medicamentos en el país. Cuenta también acerca del esfuerzo que están haciendo desde esta Asociación Civil para recaudar fondos y apoyar a los padres y madres de familia en su lucha por el abasto de medicinas para sus hijos e hijas.
Por su parte Cristina Guzmán nos aproxima a comprender la realidad que viven las niñas y los niños con hipoacusia, una condición en muchos sentidos invisible. Lo cual, lo hace desde una perspectiva personal al narrar el camino que ha vivido con su hija, y ahora con familias como la suya, que trabajan unidas para lograr mejores condiciones de vida y oportunidades para sus hijos.
Martha Navarro reflexiona sobre los cambios en nuestros tiempos y se centra especialmente en el impacto que estos han tenido en la infancia en México. Le habla a padres y madres, a maestras y maestros, invintándoles a asumir una perspectiva de colaboración, orientada a la comprensión del otro, el cuidado y la búsqueda del bienestar común partiendo del autoconocimiento y la autoestima.
En otro orden de ideas, Alejandro Velázquez rememora cómo ha sido el camino hacia la ciudadanización de los organismos electorales, así como la importancia que tiene el defender su autonomía y por lo tanto, nuestra democracia.
Miguel Peñaflor por su parte analiza las redes sociales como medios de información alternativos y el papel que han tenido en el debilitamiento del monopolio de la información, en la transparencia y en las nuevas interacciones sociales.
En la sección Otras Latitudes, el Diputado argentino Álvaro Martínez identifica cómo en el transcurso de este tiempo, las instituciones democráticas en su país han sufrido distintos atropellos, producto de un enamoramiento de la cuarentena bajo la falsa dicotomía de salud o economía, la cual, nos dice, solo le es funcional a los gobernantes adictos al poder. Escenario que es posible identificar no solo en la Argentina.
Finalmente Camilo Arenas de Colombia, presenta un análisis de la forma en la cual están trabajando los Parlamentos Hispanoamericanos en tiempos de Covid, momento histórico que plantea nuevos desafíos en el uso de las tecnologías en las democracias modernas.
En este décimo tomo de Humanismo y Sociedad, buscamos presentar ejemplos sobre la aportación que se está haciendo desde la sociedad civil organizada a los grandes temas en el México de hoy, así como los cambios y embates que las instituciones democráticas están sufriendo en estos tiempos en América Latina.
Esperamos que todas estas reflexiones contribuyan a la tan necesaria discusión pública y permitan revalorar la aportación de la ciudadanía, así como identificar aquellos conceptos, políticas públicas, posturas y toma de decisiones que ponen en peligro las instituciones de nuestra vida democrática, para poder encontrar puntos de encuentro, hoy más necesarios que nunca.

MENSAJE DEL PRESIDENTE | TOMO 10
PorJUAN FRANCISCO AGUILAR publicado 2020-09-04 En
Al momento de escribir este mensaje, hay más de 55,000 muertes por Covid en México. Día con día se actualizan los datos oficiales en la conferencia del Subsecretario López Gatell, los Secretarios de Salud de los Estados rinden su propio informe y Google tiene un contador que actualiza la información de manera permanente. Invariablemente, los datos son diferentes.
Desde los gobiernos de los Estados se ha manifestado que las cifras presentadas no corresponden con las que ellos reportan, identificándose un desfase de hasta tres semanas y un sub registro de casos y fallecimientos en todo el territorio nacional.
La cantidad de contagios, de personas hospitalizadas -por lo tanto de camas disponibles- y de muertes se han convertido en un recuento automatizado, presente en el discurso diario de gobierno y en el de los medios de comunicación.
El 10 de agosto, cuando había 53,003 mexicanos muertos, el Presidente en su conferencia criticó el conteo de personas fallecidas que hacen los medios de comunicación, en el que se señala el lugar mundial que llevamos en el número de decesos, en el que se ubica a nuestro país en este tema, para al final, decir que esto es muy lamentable (el conteo, no las muertes) y explica lo que a su parecer es la razón de las críticas: “no les gusta el cambio”.
Esta frase resume la postura que el gobierno ha tomado al momento de asumir responsabilidades por el fracaso en la estrategia de salud frente al Covid, frente al desabasto de medicamentos para niños y niñas con cáncer, frente a los años más violentos en la historia del país, en suma, frente a todo.
Esa postura indolente, que no asume responsabilidades, que no muestra capacidad de escucha y de toma de decisiones para cambiar el rumbo frente al fracaso, se ha convertido en un signo característico de este gobierno.
Esta incapacidad para corregir es una negligencia que día a día cobra vidas. Lo que manifiestan al minimizar el conteo en el número de personas contagiadas y fallecidas, es que ven números, no nombres. Se les olvida que cada uno de los números que tanto les molesta que se sigan incrementando es un mexicano o mexicana, que son miles de familias en duelo.
Desde aquí envío mis condolencias a las familias de todos y todas aquellas personas que ya no están por esta terrible tragedia que estamos viviendo. Sirva también como modesto homenaje a las y los panistas a quienes extrañaremos. A las mujeres y hombres del país que se han ido en un corto tiempo por esta enfermedad. Recordamos sus nombres, son irremplazables.
#50milFamiliasdeLuto
#LutoNacional