REVISTA 1 ENERO
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MENSAJE DEL PRESIDENTE – TOMO 8
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: JUAN FRANCISCO AGUILAR HERNÁNDEZ
El mundo está siendo sacudido por esta pandemia, ya nada será igual cuando esto acabe. Fuera del contexto de salud y económico, es un hecho que nuestras vidas están cambiando para siempre.
Pese a enfrentar la incertidumbre, la vida nos está dando la oportunidad de evolucionar como seres humanos, de volvernos más conscientes, de pasar más tiempo en familia, de darle importancia a las cosas más sencillas y que muchas veces, damos por un hecho.
En cuestión de días, el ritmo acelerado y la prisa se detuvieron, y con ello, hemos podido recordar el valor de la empatía. Estamos buscando maneras de ayudar en la medida de nuestras posibilidades, para salir adelante más fuertes, pero también más humildes. En este momento, se nos presenta la oportunidad de unirnos frente a la adversidad a pesar del distanciamiento físico. La vida nos está dando una enorme lección de paciencia y gratitud.
Estoy seguro que cuando todo esto termine, seguiremos buscando maneras de ser solidarios, de dejar de lado las cosas materiales, de apreciar el valioso tiempo con nuestra familia y amigos
Es cierto, 2020 será recordado como el año de la pandemia. Sin embargo, podemos ver que en todo el mundo hay científicos buscando vacuna y medicina, personal de salud poniendo en riesgo su vida para seguir cuidando de otros, personas abasteciendo los mercados para que no falte el alimento, niños y niñas estudiando en casa, padres y madres haciendo su mejor esfuerzo por cuidar de su familia. Personas de todas las latitudes en este esfuerzo, que ya nos es común.
Es precisamente por todo ello que estoy seguro, que 2020 pasará también a la historia, como el año de la solidaridad, de la gratitud y de la esperanza.

ENSAYO SOBRE LA CEGUERA ENCUENTRA LAS DIFERENCIAS
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: JESÚS HERMOSILLO BUENDÍA
Maestro en Gestión Pública Aplicada, Abogado.
Diplomado en Estudios Literarios y en el Estudio de Instituciones Occidentales.
@chuyperman
El día de hoy, mi madre, abuela de mis dos hijas, envió una imagen al grupo de WhatsApp de la familia, la misma se trata de uno de esos acertijos que antiguamente en mi niñez encontraba en los manteles que te daban en los restaurantes y que invitaban a encontrar las diferencias entre el dibujo superior y el inferior, como estrategia para distraer el hambre infantil, entre la llegada y acomodo en establecimiento y la del primer plato.
El día de ayer, justo terminé de leer Ensayo sobre la Ceguera del autor portugués y ganador del premio Nobel, José Saramago. Todavía con el envión de las sensaciones que produjo la citada lectura, me encontré tratando de identificar las seis diferencias entre la imagen superior e inferior referida, mientras que mi inconscientemente me taladraba el pensamiento empujándome a actualizar dicho juego infantil por otro igual en el que había que encontrar las diferencias de la realidad (en tiempos de pandemia) con la ficcional Ensayo Sobre la Ceguera.
Sirva la introducción anterior como pretexto para reflexionar respecto de la utilidad que tienen ciertos textos literarios para reflejar lo que sucede en nuestro “día a día”. La novela parte del momento en que uno de los personajes se queda ciego, de ahí, todo es cuesta abajo, la ceguera, que tiene la particularidad de ser blanca y no negra, como sabemos sin ser ciegos que es la ceguera de carne y hueso, es decir, la real. empieza a propagarse de persona en persona sin poder explicar la forma o el modo de contagio. Poco a poco los personajes principales son presa del padecimiento, el primer ciego, su mujer, los pacientes en espera por entrar con el oculista, el mismo oculista (valga la ironía), y así todos. Todos menos la mujer del oculista, quien será bastón y ojos para los ciegos y heroína de la historia, como lo suelen ser las mujeres en las obras de Saramago.
Pronto en la novela, el oculista ciego busca dar parte al ministerio de sanidad, de esta epidemia que parece no tener explicación y antecedente alguno y que se propaga tan rápido como el catarro común. Ante el intento, el oculista ciego tiene que convencer un funcionario medio, con el que una secretaria aceptó -condescendientemente y después de muchos intentos- a comunicarlo con su superior. Esto sin revelarle para no causar pánico y por un alto sentido de la responsabilidad, la aparición de una epidemia de ceguera. Ante ello, el funcionario medio insiste que tiene ordenes y que si no le dice de que se trata no podrá comunicarlo, ordenes son ordenes, tanto ahí como en el mundo real, aunque con ellas incluso obstaculicemos información tan importante como la propagación de una epidemia.
Cuando al fin se activa el “maldito engranaje oficial”, nos convertimos en testigos de una autoridad o Gobierno que toma decisiones más preocupado en las implicaciones sociales y sus derivaciones políticas que en las humanas. Mientras no se aclarasen las causas de la enfermedad, mientras no se encontrara una cura, se aislaría a los ciegos y a aquellos que hubieran tenido contacto con ellos. Se les pondría en cuarentena, sin saber si esta como la de los barcos en tiempos de cólera o fiebre amarilla, duraba cuarenta días. Una vez definida la estrategia faltaba el lugar que funcionaría como isla, el cual resulto ser un manicomio, ya que era la solución más económica y la que menos callos pisaría de otros ministerios. Cuando hubieran contenido a los ciegos principales, el papel del Gobierno quedaría reducido a un mensaje transmitido por un altavoz en el que diariamente les harían ver a los pobres ciegos que la decisión, aunque difícil, había sido tomada por su bien y el de la población general, habiendo ponderado todas las consecuencias y reconociéndoles que dicho aislamiento representaba la más alta solidaridad para con el resto de la comunidad nacional. De ahí en adelante les dictaban 15 reglas que bien podríamos resumir en la expresión: háganle como puedan.
Como es evidente, esto último solo podría pasar en una obra de ficción, porque en el mundo real, jamás se ha visto que un gobierno se lave las manos, tomando decisiones, priorizando sus intereses y haciéndose de la vista gorda ante una epidemia. En la que además la población -dejada a su suerte- sea la que primero y antes que el Gobierno, procure sus propias medidas, y de ahí en adelante, que le hagan como puedan.
Poniendo el foco en la convivencia dentro del manicomio, damos cuenta de situaciones que en condiciones extremas pueden ocurrir. Quisiera decir que todo transcurre como si fuera miel sobre hojuelas, que el autor hace gala de su prosa para describir escenas en las que la solidaridad y la bondad pueden inspirarnos a ser mejores personas, pero no es así. Creo en su lugar, utiliza la estrategia que los griegos usaban al escribir sus tragedias, para que los espectadores (el pueblo) a través de la catarsis, aprendieran la lección.
La población inicial del manicomio fueron los primeros (que sepamos) seis ciegos. Luego, poco a poco al extenderse la epidemia, empieza a poblarse cada vez más. Cada nuevo ciego llega con su propia historia y cargando el miedo de sus propios demonios; como podemos imaginar no es lo mismo que convivan seis nuevos ciegos a casi trescientos. En esta parte de la novela se describe un abanico relaciones humanas, en donde el miedo es el principal protagonista; hay ciegos abusivos que se aprovechan de la ceguera de los demás para acaparar la comida y los suministros; hay ciegos que abusan de su fuerza y de sus armas para someter a otros ciegos; para pedir a las mujeres como tributo a cambio de comida y en general, ciegos que no se solidarizan con los otros ciegos ni para enterrar a los muertos.
Mientras tanto en el mundo de acá, aislados unos, de “vacaciones” otros, el miedo hace también mella en nosotros; hemos sido dejados a nuestra suerte por un Gobierno indolente ante la tragedia, que reacciona mal y tarde a una situación en la que no vio cortar la barba de todos sus vecinos y apenas hoy pone la suya a remojar. En la que hizo de un virus, herramienta de división y que solo tiene un mismo discurso transmitido diariamente por cualquier altavoz, en resumen, como en la obra, háganle como puedan. Calles llenas, el acaparamiento (en algunos casos absurdo como el del papel higiénico) a la orden del día; la reventa de tapabocas, gel antibacterial, y otros enseres de limpieza a sobreprecio, presente. ¿La pandemia nos ha hecho más solidarios ya? O en su lugar ¿ha sacado lo peor del ser humano que hay en nosotros?
No todo en la novela es malo, dentro del mensaje apocalíptico que describe magistralmente Saramago, hay un personaje que equilibra la balanza. Un solo personaje le bastó al autor para que podamos tener un mensaje de esperanza. La heroína que no era ciega pero fingió serlo por amor, carga con la mayoría de las calamidades en la historia. Un solo personaje solidario hasta los huesos. Dudo que el autor quisiera escribir una novela en la que todo es malo y enviar el mensaje de háganle como puedan. Saramago decía que no era pesimista sino realista, y si él en un mundo de ciegos pudo ver solidaridad, entonces creo que hay esperanza. Tal vez una sola persona solidaria sea necesaria para pasar esta tempestad.
No les platico el final porque este fue un ejercicio de encontrar las diferencias y aunque las diferencias evocadas puedan aparentar ser más coincidencias, les digo que no podrían serlo porque unas pasan en un universo literario y otras tantas en la vida real. Ya le corresponderá al lector definir cuál será cuál.

EL COVID 19 EN EL ESCENARIO POLÍTICO COLOMBIANO Y BILATERAL CON VENEZUELA
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: CAMILO ANDRÉS ARENAS CORTES
Asesor legislativo y político en el Senado de la República de Colombia, estudiante de último año de Derecho en Bogotá, Colombia.
camiloarenas@hotmail.fr | Instagram: camiloaarenas
No cabe duda, esta virosis Made in China de consecuencias mortales ha generado una desestabilidad global, iniciando el derrumbe de las economías, perpetrando los sistemas sanitarios y consolidando los enfrentamientos políticos a nivel multilateral e interno. Es así, como en nuestra región este fenómeno se contrarresta de un modo limitante, que a falta de una medicina contundente, la contingencia a esta epidemia ha sido la cuarentena, termino usado y asemejado al tiempo bíblico del arca de Noe.
Gobernabilidad
Conforme a las cifras del gobierno colombiano al día de hoy, en nuestro país presentamos 539 casos confirmados, de los cuales 278 son hombres y 261 son mujeres, 295 de ellos son importados y 192 son casos relacionados, concentrándose en Bogotá la mayor cantidad de contagiados, siendo este el pico inicial. Frente a ello, el gobierno de Colombia en cabeza del presidente Iván Duque ha tomado medidas específicas, destacándose la expedición de un decreto con fuerza de ley, denominado Decreto de Emergencia Económica y Social, que faculta al Presidente de la República en condiciones extraordinarias como esta, la pandemia, que perturba o amenaza en forma grave e inminente el orden económico, social y ecológico del país, constituyendo una grave calamidad pública.
Duque a enfrentando con entereza, gobernabilidad y bajo el marco constitucional esta crisis global que se ha expandido por todo el territorio nacional, trazando lineamientos gubernamentales de la dimensión nacional a lo local, perpetrando como medida especial el aislamiento y las debidas precauciones que puedan mitigar los contagios en nuestro país.
Es cierto, la pandemia ha permitido dar un giro en la agenda política del país y a su vez en la opinión pública, respecto a la administración del país en el mandato de Iván Duque, quien ha enfatizado un mensaje que llama a la unión, la obediencia y al civismo, recibido positivamente por muchos de los colombianos. Además, ha impartido medidas para ayudar a la población vulnerable, proclive a la pandemia, siendo relevantes la reconexión gratuita del agua a cerca de doscientas mil familias que tenían su servicio suspendido, la congelación de las tarifas del agua potable, devolución del IVA para un millón de familias, subsidios básicos a más de dos millones de familias, doscientos mil jóvenes y a cerca de dos millones de adultos mayores.
La orden del jefe de Estado a sus funcionarios gubernamentales ha sido evitar cualquier conflicto político -evitar cualquier sometimiento de polarización- lo cual ha sido satisfactorio en esta circunstancia, impidiendo llevar la crisis al campo político, apelando al sentido de unión.
Duque hasta hace unas semanas enfrentaba una de las desaprobaciones mas altas en lo que lleva de su gobierno, siendo esta una situación que saca a flote su tecnocracia.
Retos del gobierno
Este fenómeno representa un gran reto para el gobierno nacional, las estadísticas no muestran un favorable sistema de salud.
A pesar que el virus se propició a principios de diciembre e inició su expansión en enero, nuestro país no contaba con un Ministro de Salud. Solo hasta el 7 de febrero cuando existían cerca de 37.000 casos confirmados a nivel mundial, Iván Duque comunicó quien sería el actual jefe de la cartera, mismo que tomó posesión formalmente hasta un mes después, tres días previos al conocerse del primer caso en Colombia. Para muchos críticos y detractores del gobierno, no existía un sentido de urgencia, generando por ello el posible desbordamiento del sistema de salud.
No se debe desconocer la premura que ha tenido el gobierno al concentrar todos sus esfuerzos y estrategias para la crisis, decisiones que dentro de los poderes extraordinarios de la ley busca proteger a los colombianos.
Un gran desafío que suscitará es el de la economía, afectada por la caída del precio del petróleo, con el peso colombiano devaluado en un 15% y una desaceleración económica inminente. Meses previos al impacto del coronavirus la economía colombiana venía en crecimiento, con uno de los índices mas altos de América Latina, bajas tasas de interés, reservas internacionales de 52.000 millones de dólares y con interesantes previsiones en el aumento de recursos hacia sectores como la infraestructura y el turismo. Distintos gremios de la economía no auguran con buen pronóstico el crecimiento, tan solo se especula un crecimiento del 1.2% y no del 3.5% como se esperaría para este 2020.
No se puede desconocer tampoco, las falencias que afronta el país y las cuales ha heredado a través del tiempo, ante las cuales el Presidente Duque y su gobierno enfrentan un inmenso reto en términos de políticas económicas, sociales, de salud y de formalización laboral.
Debo dar la razón, que en estos tiempos deberíamos reservar ciertos juicios de teorías económicas. A muchos no nos cautiva, pero creo en la necesidad de implementar los principios de Jhon M. Keynes, ya que esta situación podrá ser atendida con gasto público, con el resultado multiplicador de la inversión pública.
El coronavirus venezolano frente a Colombia
Es incierto como Venezuela confrontará esta pandemia, su deterioro en la calidad de vida y la nefasta crisis económica son generadores de pésimas condiciones sanitarias en el vecino país, más de un 53% de los centros hospitalarios de allí no cuentan con las mascarillas que deben usar los profesionales de la medicina para evitar los contagios y un 92% no cuenta con protocolos de trabajo para pacientes infectados.
Ahora bien, como toda dictadura no podía dejar de ocultar casos y el COVID 19 no ha sido la excepción. Ciudadanos venezolanos afirman que Maduro ha manipulado las estadísticas para aseverar el control de la situación y es evidente que sus cifras son contradictorias. De acuerdo con Juan Guaidó -presidente interino venezolano- hay en el país más de 200 casos. Además, se dieron a conocer filtraciones que aseguran que militares venezolanos provenientes de Irán estarían infectados, contagiando a médicos y enfermeros en Caracas.
Fuera de Venezuela, Colombia es el país más afectado con su crisis política, económica y social, pues ha recibido cerca del 44% de los cinco millones de venezolanos que han emigrado en el mundo.
No es un secreto la fractura de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro, pero ha sido la necesidad de esta causa humanitaria la que ha llevado que jefes de las carteras de la salud lleguen al dialogo y concreten medidas sanitarias bilaterales. Siendo mediador en ello la Organización Panamericana de la Salud, atendiendo a su función de socorrer y articular las necesidades médicas de los habitantes de las fronteras.
Por todo ello, creo que es muy probable que Maduro esté buscando sacar rédito político, ya que vendería como triunfo, el haber coordinado formalmente con Bogotá las medidas a tomar frente al coronavirus. Suponiendo así un poder implícito, restando por tanto el reconocimiento diplomático de Guaidó. Poniendo en manifiesto que las implicaciones de la pandemia no son solo sanitarias o económicas, sino también diplomáticas y políticas.
REFERENCIAS
- Redacción Economía (2020, marzo 27) Economía colombiana ante la tormenta del Covid-19, El Nuevo Siglo
- Gobierno de Colombia (2020, marzo) Coronavirus Colombia. Recuperado de: https://coronaviruscolombia.gov.co/Covid19/index.html
- Jahan, Saber Mahmud, Papageorgio (2014) ¿Qué es la economía
keynesiana? Finanzas y Desarrollo
- Portafolio (2020, marzo 16) Colombia trabajará con Venezuela para frenar avance del coronavirus. Recuperado de: https://n9.cl/xzht

HUMANIDAD A PRUEBA, UNA VEZ MÁS
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: CHRISTIAN ARANDA VÁSQUEZ
Secretario de Plan de Gobierno
Comité Ejecutivo Regional de Arequipa, Perú
Partido Popular Cristiano.
Fundador del Centro de Estudios para la Paz.
christianarandavasquez@gmail.com
En 2005, a Estados Unidos le tocó vivir uno de los cinco huracanes más destructivos de su historia: el Katrina. New Orleans, ciudad ubicada al sureste del Estado de Luisiana, quedó devastado casi en un 80%, incluyendo desde pérdidas humanas hasta daños materiales. Meses después de que el fenómeno acabara, el mundo quedaría conmocionado con testimonios que pusieron sobre la mesa nuestro sentido de humanidad en tiempos de crisis.
Por esos días, los juzgados norteamericanos estaban a tope por denuncias civiles entre vecinos, amigos, familiares, etc. Una serie televisiva recrearía este escenario diciendo, “Al revés. […] Así estuvo New Orleans al día siguiente del paso del Huracán Katrina. Las cosas estaban todas al revés. Esto no fue Estados Unidos aquella semana […]. Las normas y la lógica que aplicamos en la vida cotidiana desaparecieron, y todo estaba mal. Un amigo me contó que cuando por fin pudo salir de la ciudad – tres días después del huracán –, pasó junto al cadáver de un hombre tirado en una acera […]. El cadáver de un hombre medio desnudo siendo devorado por un cocodrilo. Y mi amigo no se impresionó, ni siquiera se sorprendió. Solo pensaba en huir. Esto no fue Estados Unidos de América, ni ningún otro sitio normal. Durante aquella horrenda semana los Estados Unidos de América desaparecieron. […] En un marco que era tremendo, cruel e inusual […], muchísimas personas, en aquel terrible periodo de caos y desesperación, parecieron perder la cabeza, parecieron perder su sentido innato de la humanidad”.
Ya sea que se trate de un huracán, un naufragio o una pandemia, cierto es que crisis de estas magnitudes suelen poner a prueba nuestra civilidad, muchas veces retornándonos a nuestro estado de naturaleza. En palabras de Hobbes, esa temeridad a la que renunciamos en virtud de sostener una convivencia pacífica, vuelve a asomar el rostro cuando nos vemos arrojados y expuestos ante la incertidumbre. El sentido de supervivencia aflora cuando sospechamos que el soberano al cual delegamos nuestra temeridad, también teme. Por ello, cuán importante es no dejar las riendas del barco a un mentecato que en su vida ha navegado en aguas turbias y volátiles.
El Covid-19 nos pone a prueba una vez más. Para que este virus estacional, que hoy tiene al mundo en suspenso, no arribe a los niveles de pánico de crisis pretéritas, es preciso que las voces autorizadas que conducen la nave no pierdan la consciencia de sí mismos, asuman con responsabilidad absoluta las medidas a adoptarse y ejerzan la energía que les delegamos para conminar al pueblo a ajustarse a ley. Porque un gobierno endeble, temeroso o servil a cualquier otro interés exógeno al del mismo pueblo, acabará por soltar las llaves de la casa e inevitablemente arrojará a todos a un estatus de indefensión y libre albedrío, ocasionando un caos cercano al antes descrito.
El caos, la ausencia de orden, puede ser evitado si las acciones se toman con aplomo y consecuencia. El estado de naturaleza será evitable siempre que el ciudadano sienta que él y su familia se hallan seguros en el aislamiento social al que están conminados. Dicho sentido de seguridad sólo será posible allí donde el gobierno de turno pueda asegurar la mediana estabilidad de todos. El desorden y la zozobra que provoca la pandemia también espera gestos y demanda responsabilidades de nosotros, los ciudadanos.
Así como ocurrió en 2005, hoy muchas personas, lejos de observar guarecidos, están saliendo a salvar, abastecer y proteger la salud de otros, aun a costa de su propia integridad. También es cierto que son más los ciudadanos responsables que, incluso acogiendo con molestia la restricción a sus libertades, respetan y exhortan en otros el respeto a las disposiciones que el país dicta. Finalmente, buena parte somos conscientes que saldremos de es situación, pero que ello ocurra de la mejor manera dependerá de que cada quien haga aquello que le corresponda.

UN RESPIRO
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: MARÍA JOSÉ CORREA GONZÁLEZ
Mexicana viviendo en Australia
Cuarentena, le llaman, aunque creo que el nombre que realmente le corresponde sería “un respiro”. El mundo se ha movido tan rápido en los últimos años que ni siquiera nos hemos dado el tiempo de vivir, sino solamente de sobrevivir. Este mundo capitalista en el que vivimos nos ha empujado al abismo. Ansiedad se escucha por todos los rincones del mundo a falta de tiempo, dinero y así una lista interminable de cosas. ¿Será que realmente lo necesitamos? ¿No será más bien que son necesidades creadas por el mundo en el que vivimos? Cumplimos algo en nuestra lista cuando ya está la siguiente y nunca nos damos el tiempo de vivir “ahora”.
¿Por qué nunca estamos conformes con nada? Siempre queremos más, aunque ya no sabemos que significa “más”. El mundo necesita un respiro de esta humanidad tan inhumana que hemos creado para satisfacer necesidades materiales. ¿Qué necesitamos para darnos cuenta de que algo estamos haciendo mal?
Leí en un libro que el dolor físico existe para poner límites, para darnos cuenta cuando algo nos hace daño o nos lastima, y cómo las emociones sirven para lo mismo, pero normalmente las ignoramos. Si sentimos tristeza, enojo, miedo, etc., es porque nos tenemos que detener a descubrir la razón, pero con este mundo que gira a mil por hora no hay tiempo para eso. Mejor pasemos página que mañana será otro día.
Llegó este virus sin avisarnos y ahora el mundo es un caos. Escucho gente diciendo “me da más miedo la recesión económica que morir”. ¿En serio? Creo que esta frase lo dice todo. Preferimos estar rodeados de bienes materiales a ser felices. La gente busca felicidad por todos lados, pero nadie está dispuesto a sacrificar nada para alcanzar esa felicidad. O más bien ¿Será que tenemos que redefinir el significado de “felicidad”? ¿Quién dijo que la felicidad estaba al alcance de una televisión de 70 pulgadas, un departamento en el piso más alto con vista a la playa o un coche último modelo?
¿No será que este virus aparte de traer muerte y recesión económica, llego a sacudirnos y decirnos que éste no es el camino correcto?
Gente desesperada por salir y regresar a sus rutinas. ¿Cuál era tú rutina? Tal vez un círculo vicioso que a la vista de todos es perfecto, o más bien, es solo apariencia lo que mostramos al mundo. Veo personas aterradas por tener que quedarse en casa, cuando tal vez el mayor miedo es a quedarse consigo mismo a tener que conocerse.
¿Hace cuántos años que no te podías dar ese lujo? Es necesario recordar que tener la oportunidad de quedarnos en casa es un privilegio que no todos tienen. Hay personal de salud haciendo guardias maratónicas, hay policías, bomberos, personas abasteciendo los mercados, y atendiendo las farmacias, personas que viven al día y tienen que salir a buscar sustento para su familia.
Si tienes oportunidad de quedarte en casa, hazlo. Por ti, por tus seres queridos, por aquellas personas que incluso no conoces y que al salir puedes poner en riesgo.
Haz de tu casa un espacio en el que no solo vivas sino que además, puedas conocerte. Es cierto que es necesario aprender a estar con uno mismo requiere tiempo y paciencia. Pero creo que definitivamente vale la pena. Espero que este virus nos deje una enseñanza a todos:
La vida es muy corta para solo sobrevivir.

VIVIR EN TIEMPOS DE LA PANDEMIA: UNA MEXICANA EN ALEMANIA
Por Comunicación Social publicado 2020-04-13
POR: MARÍA FERNANDA MÁRQUEZ SÁNCHEZ
Expatriada mexicana en Alemania
Estudiante
marquez_san_fernanda@outlook.com
Cuando pienso en el virus COVID-19, curiosamente no puedo sentir miedo o pánico estando aquí y hablando con colegas, amigos y conocidos mexicanos o latinoamericanos, les sucede exactamente lo mismo: todos sentimos más ansiedad y preocupación por nuestros seres queridos en nuestros respectivos países que al estar viviendo en Europa (donde actualmente incluso hay más infectados).
La razón principal es eso que llamamos: “Responsabilidad social” y cuando pensamos en ella, hacemos referencia a la carga, compromiso u obligación de nosotros o de los miembros de una sociedad. En Alemania actualmente y hasta nuevo aviso todos los restaurantes, bares, bibliotecas, clubes, escuelas, universidades, etc., e incluso muchas empresas han empezado desde el lunes pasado a aplicar estrictas medidas de seguridad e higiene o a hacer “home office”
Pero cuando hablamos de responsabilidad social, no hablamos sobre las medidas de los mandatarios europeos que toman con su pueblo o como deciden poner en estado de sitio a sus ciudadanos, hablamos del papel y responsabilidad de cada uno de ellos.
En cierta forma es conmovedor entrar a grupos de Facebook donde personas ofrecen hacer tus compras o incluso cuidar a tus hijos si estas en estado de riesgo, personas con experiencia en hospitales siendo voluntarios y otras donando sangre, los trenes, estaciones y casi toda la ciudad están prácticamente vacías porque la mayoría decide tomar con conciencia y seriedad esta pandemia sin precedente.
Hace algunos días el gobierno alemán ha puesto en marcha diferentes medidas de apoyo para sus empresas, empleados y familias para disminuir el impacto económico negativo del COVID-19, como programas de ayuda para financiar la reducción de jornadas de trabajo ( kurzarbeitgeld[1]) , prestaciones públicas a los trabajadores que ahora deben reducir sus horas laborales, un aplazamiento de hasta medio año para el pago de impuestos de Pymes y personas que trabajan por su cuenta, así como proporcionar liquidez necesaria para las empresas a través de una ampliación y mejora de avales del banco de desarrollo público KfW[2]. Incluso en algunos estados se ha programado un confinamiento de dos semanas para evitar más contagios mientras en otros estados esta por decidirse.
Por lo que, si bien se ha visto un esfuerzo serio por parte del gobierno y por parte de la sociedad para evitar más contagios, en las ultimas semanas también se han presentado fenómenos como la saturación de las líneas de emergencia por llamadas de pánico, así como desabasto de papel higiénico, pasta, jabones, geles antibacteriales, etcétera provocando incluso peleas por ellos.
El panorama actual nos hace preguntarnos a muchos mexicanos ¿por qué nuestro gobierno no está tomando las medidas aplicadas en Europa? o ¿por qué aun no se esta hablando de medidas más drásticas como un confinamiento?
Estoy consciente que aún hay cierto escepticismo sobre este tema y que cabe preguntarse si la estrategia que han seguido países como Alemania sería factible en nuestro país, considerando que 46. 4 millones de personas en México obtienen su sustento de una economía informal[3] y no tendría acceso a beneficios como los que mencioné anteriormente.
Sin embargo, no significa que el gobierno deba quedarse de brazos cruzados, definitivamente la suspensión de actos masivos, clases en las escuelas, conciertos, cines, lugares concurridos o reuniones públicas que puedan ser postergables tiene sentido, pero cabe mencionar que la política de seguridad que tiene que ver con la promoción de conductas lógicas para minimizar el contagio o el riesgo de la epidemia podría mejorar. Así como la implementación de medidas económicas acordes con la realidad del país que ayuden a las familias mexicanas a sobrellevar este tiempo que sabemos afecta no solo salud, sino también la economía.
Indudablemente es alarmante ver aún turistas en playas mexicanas y también dejando el paso a turistas extranjeros o nacionales recién llegados, asimismo se puede ver artículos de prensa respetable internacional burlándose de la postura personal con la que esta tomando nuestro presidente tal crisis mundial. En periódicos del todo mundo se ha calificado al coronavirus en México desde surreal hasta vergonzoso y yo solo puedo concluir que la calidad del mensaje de nuestro presidente deja mucho que desear, al lado de los mensajes de otros líderes mundiales.
La semana pasada la canciller Ángela Merkel ha invitado a los ciudadanos a tomar este desafío con responsabilidad y solidaridad, en un mensaje en el que asegura que Alemania saldrá de esta crisis de manera “airosa”, cerrando con un agradecimiento a personal de salud, médicos, cuidadores, cajeros y personas que tienen que permanecer en primera línea estando al servicio de los demás. De este mensaje principalmente me ha conmovido que ella no hace hincapié en tener uno de los mejores sistemas de salud en el mundo o el contar con una economía estable, sino que ha apelado a la solidaridad y al poderoso impacto que tienen sus ciudadanas y ciudadanos.
Por lo que no se trata de enviar un mensaje de pánico, contrario a ello, invito a mis compatriotas que residen en México, a tomar sus propias medidas de seguridad, a ir un paso adelante. Tomemos como ejemplo a los países europeos en las cosas positivas: solidaricémonos y tomemos este desafío que hoy se presenta en todo el mundo con responsabilidad y con la mayor seriedad posible.
El estilo de vida e idiosincrasia que tiene un país juegan definitivamente un papel imprescindible en los parámetros de felicidad y seguridad en las sociedades de todos los países. Los valores morales y la ética no nacen, se inculcan desde la familia, la escuela y en todas aquellas actividades cotidianas que hacen del individuo un ciudadano responsable y comprometido con su entorno día a día. En México sabemos de eso, hemos demostrado una y otra vez que en tiempos difíciles y de crisis nos hemos levantado, con responsabilidad social y sobre todo con la solidaridad de su gente que en nuestro país, tenemos a manos llenas.
#MéxicoResponsable
[1] Esquema de reducción de jornada de trabajo.
[2] KfW (Kreditanstalt für Wiederaufbau / Banco de Crédito para la Reconstrucción)
[3] Zona Franca. (23 de 03 de 2020). Zona Franca. Recuperado el 24 de 03 de 2020, de https://zonafranca.mx/politica-sociedad/economia/46-4-millones-en-mexico-laboran-en-la-calle-ahi-esta-su-sosten-y-el-covid-19-no-los-parara-dicen/